Hay una palabra que decide el destino de cada habitante de Corea del Norte antes incluso de que nazca: Songbun

Así es el sistema de castas de Corea del Norte: tres categorías basadas en la familia y lealtad al régimen

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En Corea del Norte los niños no nacen con un pan bajo del brazo. Si hay algo con lo que lleguen a la cuna es con un 'songbun', probablemente una de las palabras que más presente tienen en su día a día las casi 26,1 millones de personas que residen en la república liderada por Kim Jong-un. El songbun es lo más parecido que hay allí al destino. Con la diferencia de que en este caso el concepto sí es inexorable y tiene poco de místico. Sobre su existencia y las discriminaciones que causa entre los norcoreanos se han pronunciado, entre otros, Human Right Watch (HRW) y el Comité de Derechos Humanos en Corea del Norte (HRNK). También expatriados que ahora lo contemplan y hablan sobre él desde el otro lado de la frontera.

"No hay nada que puedas hacer para cambiar tu destino", reconoce Yeonmi Park, una de esas inmigrantes y autora del libro 'Escapar para vivir'. La gran pregunta que deja botando su reflexión, demoledora, es… ¿Qué diantres es el songbun?

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Echando la vista (muy) atrás. La mejor forma de comprender qué es el songbun es echar la vista atrás, a la década de 1940, los tiempos de Kim Il-sung y el nacimiento de la República Popular Democrática de Corea. Para facilitar el control de la nación y estructurarla a nivel social, sus dirigentes impulsaron una suerte de sistema de castas, un método para clasificar a toda la población en función de sus méritos y, sobre todo, su historial familiar. El mecanismo se cimentó entre 1957 y 1960, coincidiendo con la consolidación de Kim Il-sung en el poder.

Su nombre: songbun. Phil Robertson, de la organización Human Rights Watch (HRW), lo define como "la clasificación sociopolítica que determina el estatus de los ciudadanos norcoreanos". Otros lo comparan con el sistema de castas de la India y hablan de "brahmanes e intocables al estilo norcoreano". Es muy simple. Un buen songbun equivale a oportunidades. Un mal songbun a dificultades.

¿A qué se dedicaba tu abuelo? Lo más curioso del sistema es que todo norcoreano llega al mundo con un songbun ya asignado y que difícilmente podrá corregir. El motivo: esa suerte de "karma" viene determinado por cómo se hayan comportado sus antepasados, por cómo de leales hayan sido al régimen o el papel que desempeñaron hace décadas. ¿Qué oficio ejercía tu bisabuelo a comienzos del siglo XX, durante el dominio japonés? ¿Cómo se posicionaron tus abuelos o padres durante la Guerra de Corea? ¿Desciendes de religiosos, comerciantes acaudalados y terratenientes o de agricultores? ¿Tienes un historial familiar de apoyo intachable al gobierno norcoreano? ¿Tienes un tío lejano disidente?

En la República Popular Democrática de Corea ninguna de esas cuestiones es menor. Hay quien apunta que, a su modo, lo que hizo Kim Il-sun fue recuperar y adaptar al nuevo régimen comunista el antiguo sistema de castas confucionista que se había aplicado en ese mismo territorio durante siglos. Para la década de 1960, se cree que el exhaustivo sistema de compartimentación social ya estaba listo.

De categorías y subcategorías. No es fácil conocer los detalles del songbun. Corea del Norte niega que exista y reivindica que todos sus ciudadanos disfrutan de igualdad de oportunidades. Como recuerda HRW, la propia Constitución recoge que todos los habitantes del país "gozan de iguales derechos" en "todas las esferas del estado y la actividad pública". Sobre la existencia del sistema de clasificación social norcoreano se han pronunciado sin embargo organizaciones internacionales como la propia HRW, la HRNK, Crossing Borders o Amnistía Internacional, además de expatriados y periodistas en medios como The Guardian o BBC.

Gracias a sus investigaciones y testimonios podemos conocer algunos detalles sobre el songbun, un término que puede traducirse como "origen" o "semilla" y entronca con la expresión "chulsin songbun", "origen familiar". La BBC señala por ejemplo que los expertos suelen hablar de tres grandes estamentos sociales, si bien hay quien añade categorías extra y hasta 51 subcategorías distintas. Los principales bloques serían los haeksim, considerados como el "núcleo" duro más afín al régimen; los choktae, u "hostiles"; y los dongyo, la clase "intermedia".

Pero… ¿Qué significan? Conexiones entre el pasado, presente y futuro. Literalmente. Básicamente, esas palabras son etiquetas que conectan a cada norcoreano con sus antepasados y determinan su futuro. Los haeksim son la "casta", ciudadanos leales a los Kim y dignos de la confianza del régimen que descienden de antiguos combatientes que lucharon contra los japoneses o en el bando "adecuado" en la Guerra de Corea. La etiqueta abarca también a miembros del partido, descendientes de campesinos u obreros de historial intachable… Todo lo contrario que los choktae, cuyo linaje se remonta a terratenientes, religiosos o gente que en los conflictos del siglo XX se posicionó en el bando peor parado.

Entre ambos hay una categoría intermedia, los dongyo, un estatus rico en matices y en el que se incluyen desde familias con historiales más o menos favorables a ojos de las autoridades a otras que están más cerca de cruzar la línea roja del choktae. La BBC explica que este estatus intermedio es el más numeroso, aglutinando al 40% de la población. La "casta” supondría otro 30%; igual que los "hostiles".

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"No hay nada que puedas hacer". No todas las fuentes describen igual el sistema. Fyodor Tertitskiy asegura en un artículo de NK News, por ejemplo, que hay cinco grupos, incluyendo una categoría "especial", y que el songbun se valora atendiendo a dos factores: la posición social y comportamiento de los antepasados paternos durante el período colonial japonés y la Guerra de Corea; pero también el lugar que acaba ocupando cada persona en la sociedad norcoreana.

Tertitskiy explica que hay formas de mejorar esa consideración, como mostrar fotos junto al líder del país. Otros, como la expatriada, activista y escritora Park, opinan que es muy complicado alterar el songbun. "No hay nada que puedas hacer para cambiar tu destino porque no puedes elegir a tus antepasados"..

Dónde estudias, dónde trabajas. Que un norcoreana forme parte de una categoría u otra afecta a su vida. La diferencia entre ser parte de los haeksim o un choktae llega a condicionar cuestiones tan básicas como dónde vive un ciudadano, a qué universidades y empleos puede aspirar o cuáles son sus perspectivas.

Los integrantes del "núcleo", los leales al régimen con un pasado familiar intachable, disfrutan de los mayores privilegios, optan a las mejores facultades, empleos y hospitales y residen también en las ciudades más desarrolladas, incluida la capital, Pyongyang. La situación es distinta para los choktae, que el gobierno percibe como "hostiles": viven en poblaciones remotas, con peores servicios, y durante sus vidas ven limitadas sus oportunidades de formación y trabajo.

Ojo con quién te casas. "Los niños de esta casta van a la escuela por las mañanas, sobre todo para adoctrinamiento ideológico, pero luego los usan para trabajar en el campo y las minas. Por lo general tienen una vida corta y sometida vigilancia casi permanente de las autoridades", relata a la BBC Park.

La autora precisa que el songbun es tan importante para los norcoreanos que suelen tenerlo presente a la hora de decidir con quiénes se casan. Con un soborno, comenta, una familia puede averiguar si un candidato a esposo o esposa pertenece a un grupo u otro. Lo que queda descartado, según Park, es la posibilidad de subir de estatus tirando de sobornos. Y lo es por una razón muy simple: exigiría falsificar documentos en varas instancias y siempre quedaría el songbun de sus parientes.

A prueba de sobornos. "¿Puedes alterar tu songbun? Cuando se trata de ascendencia, la respuesta casi siempre negativa. Los registros se mantienen en cuatro lugares distintos: en la oficina de la administración local, en la policía ordinaria, en la policía secreta y en organizaciones específicas, como el Partido de los Trabajadores, el Sindicato de Mujeres o el sindicato", concuerda Tertitskiy.

De la teoría... a la práctica. No todo es teoría. En 2016 HRW relataba el caso concreto de Choi Seung Chol, un norcoreano que huyó del país en 2014 impulsado en parte por cómo el songbun estaba condicionando su vida. Choi nació en los años 90, se esforzó en los estudios, se esmeró para hacer méritos de cara al gobierno —llegó a levantarse a las seis de la madrugada para limpiar santuarios dedicados a los líderes norcoreanos— e incluso se convirtió en un líder juvenil del partido.

Ni eso, ni los sobornos que pagó su familia le sirvieron de mucho. Cuando intentó acceder a las mejores universidades para garantizarse un puesto influyente, se topó con una negativa tras otra. Aquello resultó frustrante, pero en parte era previsible: tiempo atrás —recuerda HRW— el Estado norcoreano había acusado al abuelo de Choi de respaldar a los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, lo que ya había obligado a su padre en los años 60 a mudarse a una aldea montañosa.

Imágenes | 李 季霖 (Flickr), Thomas Evans (Unsplash) y (Stephan) Flickr

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